He tardado muchos años pero por fin tuve la oportunidad de visitar Córdoba, una de las ciudades más emblemáticas de Andalucía. Gracias a dos billetes de tren que gané en un evento de Iryo, he viajado cómodamente desde Barcelona a la ciudad cordobesa. 5 horas y pico.
Importante ser consciente de lo que nos vamos a encontrar si visitamos la ciudad en julio o agosto (o entre junio y septiembre), una ciudad fantasma a partir de las 2 de la tarde pues todas las tiendas y museos cierran. Las calles están vacías y recobran vida a partir de las 8 de la tarde, por lo tanto preparáos bien las visitas con anterioridad. Decir que yo iba preparada mentalmente para aguantar un calor insoportable pero a pesar de estar casi 40 grados, me pareció muy llevadero.
Antes de llegar compré la entrada de la Mezquita-Catedral y un bono conjunto de los monumentos de Córdoba por 11,21€. Más información aquí.
Córdoba ofrece una rica mezcla de historia, cultura y arquitectura. A continuación, algunos de los lugares imprescindibles para visitar, esto es una selección y no un ranking:
– Tomar el bus turístico: siempre que viajo a una ciudad por primera vez, intento hacer la o las rutas que se ofrecen con el bus turístico para entender las dimensiones de la ciudad y todo lo que nos proponen visitar.
Cuesta 22€ y ofrecen dos rutas. El billete dura 24 horas.
– La Mezquita-Catedral: compré la entrada online para asegurarme pues se accede por turnos. Yo quise entrar a primera hora, a las 10. Aseguraos de llegar algo antes pues se forma cola. A esa hora no había demasiada gente y pude hacer fotos con tranquilidad.
La Mezquita-Catedral es el monumento más famoso de la ciudad y un verdadero símbolo de la arquitectura islámica y cristiana. Originalmente construida como mezquita en el siglo VIII, fue convertida en catedral católica en el siglo XIII. Su sala de oración con columnas y arcos de herradura es impresionante.
También fui a la Misa de domingo a las 12 oficiada por el obispo y acompañada de la hermosa música del órgano y las voces del coro. Maravilloso.
Si podéis, es mucho mejor hacer la visita con guía. La entrada cuesta 13€.
– El Alcázar de los Reyes Cristianos: este palacio fortificado fue la residencia de los Reyes Católicos y es conocido por sus bellos jardines, fuentes y patios. Su riqueza histórica abarca desde la época romana hasta la Inquisición.
El edificio actual fue ordenado construir por Alfonso XI en 1328. Desde 1236, año de la conquista cristiana de la ciudad por parte de Fernando III, había sido residencia real. En época romana tuvo el carácter de fortaleza, beneficiado por su privilegiada ubicación a orillas del río Guadalquivir, y en el periodo de la presencia musulmana formó parte del conjunto de edificios que constituían el alcázar omeya.
El Alcázar es un complejo defensivo que se aleja de los cánones tipológicos de las fortalezas árabes, un hito constructivo de la arquitectura militar de la Reconquista cristiana en Córdoba.
Los jardines son impresionantes y si subís a las torres, disfrutaréis de unas vistas fabulosas:
– Palacio de Viana: este palacio es famoso por sus 12 patios, cada uno con un diseño único. Las múltiples dependencias del Palacio de Viana acogen numerosas colecciones de todo tipo (pinturas, vajillas, mosaicos, tapices, azulejos, armas de fuego…). Las fabulosas obras de arte que se exhiben en este recinto hacen de esta visita una de las más constructivas de Córdoba. Destacan la colección de guadamecíes y la gran biblioteca, con más de siete mil volúmenes escritos en diferentes idiomas.
Yo compré la entrada online el día anterior. Pagué 12€ por visita guiada por el interior del palacio -prohibido hacer fotos- y por la visita de los patios. Para mí es una de las visitas más interesantes de la ciudad.
– Puente Romano: construido en el siglo I a.C., este puente es un testimonio de la ingeniería romana. Ofrece vistas espectaculares del río Guadalquivir y de la ciudad de Córdoba.
Une el barrio del Campo de la Verdad con el Barrio de la Catedral. Es también conocido como el Puente Viejo, ya que fue el único puente con que tuvo la ciudad durante veinte siglos, hasta la construcción del Puente de San Rafael a mediados del siglo XX. El 9 de enero de 2008 se inauguró la mayor remodelación que el Puente Romano ha tenido en su historia.
– Museo taurino: es el único museo dedicado a la tauromaquia situado fuera de una plaza de toros. Su sede es una antigua mansión señorial del siglo XVI, en pleno barrio de la Judería y que estuvo vinculada a la familia Góngora desde 1605.
Es un ejemplo de arquitectura mudéjar. El museo experimentó una reforma en 2014 con objeto de modernizar sus contenidos y la forma de exponerlos al público, ajustándolos a los nuevos lenguajes.
El recorrido plantea una inmersión en el complejo universo de la tauromaquia y presta especial atención a la relación que la ciudad de Córdoba ha tenido históricamente con esta disciplina.
– Centro Flamenco Fosforito: es un espacio multidisciplinar dedicado a la divulgación del flamenco y a la figura del cantaor Antonio Fernández ‘Fosforito’.
Está ubicado en las dependencias de la antigua Posada del Potro, una casa de corrales del siglo XV declarada monumento artístico.
Tras su rehabilitación, la Posada del Potro conserva prácticamente intacto su interior. El patio y las cuadras, la galería alta con sus barandas, soportes y tejadillo de madera, y sus pequeñas habitaciones, se han mantenido prácticamente intactos a lo largo de seiscientos años.
Es sin duda un lugar ideal para ver algún espectáculo de flamenco.
– Museo Julio Romero de Torres: justo enfrente del Centro Flamenco Fosforito, reúne la mayor colección del pintor en un edificio del siglo XIX reformado por última vez en 2012.
Dedicado a su obra, nos permite hacer un recorrido por su vida, desde sus comienzos hasta sus más espléndidas y conocidas obras.
– Museo de Bellas Artes: abrió sus puertas al público en el año 1862 y está justo enfrente del Museo Julio Romero de Torres, compartiendo el mismo patio pues su primer director, Rafael Romero Barros, era el padre del célebre pintor cordobés. De estilo plateresco, ocupa distintas dependencias de lo que fue el antiguo Hospital de la Caridad.
Aunque en sus paredes pueden hallarse cuadros de maestros italianos del renacimiento, sus fondos principales y más numerosos son de época barroca y del siglo XIX.
Acceso gratuito.
– Baños del Alcázar Califal: realizados bajo el califato de Alhakem II, forman un conjunto de estancias con muros de sillería. Se cierran con bóvedas (donde aparecen los característicos lucernarios de estrella), soportadas por arcos ultra semicirculares sobre capiteles y columnas de mármol.
Durante los siglos XI al XIII, fueron reutilizados por almorávides y almohades, prueba de ello son las yeserías talladas con motivos de ataurique y franjas epigráficas de la época que se guardan en el museo arqueológico.
– La Judería: es el barrio del centro formado por callejuelas estrechas, un laberinto de calles adoquinadas, donde encontramos tiendas de artesanía y patios llenos de flores. Pasear y perderse por allí es obligado.
Acoge también la Sinagoga de Córdoba, una de las pocas sinagogas medievales que quedan en España:
– La Calleja de las Flores: es una pequeña y estrechísima calle, cerca de la Mezquita-Catedral, muy fotografiada y enmarcada por balcones llenos de flores.
– Hacerse fotos con las esculturas los Cuidadores de los Patios: tenemos que visitar las 3 esculturas en tres puntos diferentes del centro: Abuelo y Niño en la Plaza de Manuel Garrido Moreno, El Pozo de las Flores en la Plaza Poeta Juan Bernier, y finalmente La Regadora en Plaza Puerta del Rincón:
– La Plaza de la Corredera: esta plaza rectangular, que recuerda a la Plaza Mayor de Madrid, es un lugar animado lleno de cafeterías y restaurantes. Es ideal para disfrutar de la vida local y relajarse.
Cuando yo fui, era medio día de julio, y como he comentado al principio del artículo, estaba todo cerrado.
– Hammam Al-Andalus: siempre que visito una ciudad y hay un Hammam Al-Andalus, procuro disfrutar de una de sus experiencias, no sólo por la parte de bienestar que tanto necesito constantemente, sino porque sus instalaciones son mágicas.
Es el lugar perfecto para relajarse en un entorno único que nos recuerda los hammams árabes. Siempre ubicados en el corazón de la ciudad.
Yo disfruté de un tratamiento Midra en el que se experimenta las diferentes zonas de aguas con diversas temperaturas, seguido de un Kessa -exfoliación- tradicional sobre cama de piedra caliente aplicado con guante de fibra de algodón y pasta de jabón natural de El Jardín de Hammam, muy espumosa y cremosa al estilo del Hammam original. Seguido de un masaje relajante de 15 minutos con aceites esenciales. ¡Salí flotando!
Yo no visité la Medina Azahara por estar a las afueras y por el calor. Tampoco ví los patios de Córdoba porque en julio y agosto están cerrados.
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