25 años son muchos, y esos son los años que habían pasado desde mi última visita a Trieste. Recordaba una ciudad espléndida y con algunas zonas decadentes, pero claro, eran épocas de estudiante y de salidas nocturnas hasta el amanecer y los recuerdos con los años, quedan desvanecidos, algo borrosos.
Trieste, está ubicada en una delgada franja de Italia intercalada entre Eslovenia y el mar Adriático, una zona con una mezcla de identidades, arquitecturas e influencias que la convierten en única. Es la capital de la región de Friuli Venezia Giulia en el noreste de Italia y cuenta con una rica historia. Trieste quedó bajo el gobierno de la Casa de Habsburgo a finales del siglo XIV, y siguió siendo parte del reino hasta el final de la Primera Guerra Mundial en 1918. De hecho, Trieste fue una de las ciudades más importantes del Imperio Austro-Húngaro, junto con Viena, Budapest y Praga.
En Trieste lo más importante es pasear, y lo primero que os aconsejo es compraros la FVGCard pues con ella están incluidas las entradas a casi todas las atracciones de la región, además de tours guiados. Fue lo primero que hice para entender la ciudad, su historia y todo lo que tenía ante mí.
Os hago un resumen de lo más importante en Trieste:
– Piazza la Unità d’Italia: me contaron que es la plaza más grande de Europa situada mirando al mar, vertebra todo el centro y es donde empieza la historia de la ciudad. La plaza está rodeada de magníficos edificios y estatuas, muy «imperial». Construida en un momento en que Trieste era un importante puerto marítimo para el Imperio Austro-Húngaro, la plaza se llamó Piazza Grande hasta 1919, tanto por su tamaño como por su grandeza. Hoy es un lugar popular para que los lugareños y visitantes se reúnan y paseen, pero también ha servido como lugar para reuniones y eventos importantes a lo largo de la historia de la ciudad.
– Gran Canal: es una zona bonita para pasear y tomar algo en el centro histórico. Alineado a ambos lados con hermosos palacios, plazas e iglesias. Originalmente construido a mediados del siglo XVIII, el canal, perpendicular a la costa, fue pensado como el comienzo de un proyecto para ampliar el área de la ciudad accesible a través del agua. Sin embargo el proyecto fue abortado y, de hecho, la parte más interior del canal se rellenó más tarde, convirtiéndolo en el Gran Canal que es hoy.
– Basilica Cattedrale di San Giusto Martire: es la Catedral de Trieste, pero en realidad es la suma de dos iglesias del siglo XIV en una sola. Un hermoso rosetón gótico adorna la fachada de ladrillo, por lo demás simple. En el interior se ven los mosaicos del suelo que se remontan al siglo VI, cuando un templo romano se encontraba en este lugar.
Llegar a ella supone una buena cuesta.
Subir al campanario son 2€, son sólo cuatro plantas.
– Teatro Romano: fue construido en los siglos I y II dC. Situado detrás de la Piazza Unità d’Italia en la base de la colina de San Giusto, el Anfiteatro Romano todavía alberga conciertos y espectáculos durante el verano. Excavado en la década de 1930, el anfiteatro es la construcción mejor conservada de la época romana que se puede ver en Trieste. Gran parte del área de asientos todavía está intacta, y se pueden ver pilares y dónde estuvo el escenario.
Tenía capacidad para unos 6.000 espectadores.
– Castello di San Giusto: es uno de los símbolos de la ciudad, pues para los emperadores de Austria suponía una fortaleza para defender y proteger la ciudad. Actualmente es el Museo Municipal de Historia y Arte, el Museo Municipal del Castillo-Armería de San Giusto y el Lapidarium Tergestino en Bastione Lalio, en el que se exponen 130 inscripciones, bajorrelieves, y esculturas.
Lo más interesante para mí son las vistas desde lo alto de la fortaleza:
– Santuario Santa Maria Maggiore: subiendo hacia el castillo de San Justo, nos cruzamos con este santuario que bien merece una visita. La fachada es muy bonita e imponente. Construida en el siglo XVII por los jesuitas, la iglesia barroca cuenta con un hermoso arte en su interior. Justo al lado se encuentra la iglesia románica, mucho más pequeña, de San Silvestro.
– Castello di Miramare: sin duda una de las principales atracciones de Trieste, es un impresionante castillo del siglo XIX construido sobre un acantilado con vistas al Golfo de Trieste para el archiduque austríaco Fernando Maximiliano y su esposa Carlota. Fernando era el hermano menor del emperador de Austria, Francisco José, y llegó a ser el comandante de la Armada Imperial. El castillo fue diseñado por Carl Junker.
Los terrenos del castillo albergan fabulosos jardines y bosques, con pérgolas con pasarelas cubiertas, muchas estatuas y una gran variedad de árboles y plantas.
El primer domingo de mes es gratuito, sino el precio de la entrada son 12€.
Yo llegué con el autobús 6 o 36 desde el centro de Trieste.
– Museo Revoltella: es una galería de arte moderno fundada en 1872 por deseo del barón Pasquale Revoltella, una figura importante de la sociedad. Entre las obras expuestas se encuentran las de Giorgio De Chirico y Francesco Hayez.
También vemos parte de la decoración del antiguo palacio. Muy recomendable.
– Salone degli Incanti: es un recinto municipal donde tienen lugar exposiciones temporales. Cuando yo estuve había una de David LaChapelle.
Es la antigua lonja de pescados, construida en 1913 y es obra del arquitecto Giorgio Polli, quien ideó un tipo de construcción funcional y estéticamente aceptable. Polli tenía que cumplir por un lado con los requisitos técnicos dictados por la construcción prevista y por otro con la necesidad que tenía que guiar el diseño: blindar la perspectiva neoclásica de las costas, casi completamente libres de instalaciones portuarias y, por lo tanto, abiertas al mar, con la construcción intrusiva de hangares o grandes almacenes.
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