Il caffè, el momento café, es tan importante en Trieste, que los diferentes tipos de cafés tienen otro nombre. Han desarrollado su propia jerga del café, solo inteligible por los iniciados y que puede ser bastante confusa para los no locales.
Esto es especialmente notable debido a la conexión del puerto de Trieste con el mundo del café. Desde el siglo XVIII el puerto marítimo del Adriático fue el principal puerto de entrada de los granos de café que llegaban de todo el mundo. La capital de la región de Friuli-Venezia Giulia es como un centro global para la industria del tostado, entre las muchas pequeñas empresas locales de tostado de café también encontramos la mundialmente famosa compañía triestina, Illy.
No es casualidad que la primera sede fuera de Austria del Café Sacher, esté en Trieste.
Por todos estos motivos, me recorrí los cafés históricos más importantes de Trieste. Espero que os inspiren:
– Caffè degli Specchi: el más céntrico de todos, en la Piazza Unità d’Italia de la ciudad en el Palazzo Stratti. Fundado en 1839, es el último café restante de los cuatro originales que solían dominar la plaza, que antaño se llamó Piazza Grande. El ambiente interior recuerda al Imperio de los Habsburgo: tomar un café aquí te hace sentir un poco como en la época de la princesa Sissi. Fabuloso.
En el siglo XIX, los irredentistas solían reunirse en el Caffè degli Specchi y después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la sede de la Marina británica. Fue testigo de todos los grandes eventos y hechos históricos relacionados con Trieste. Su nombre, que en italiano significa «Café de los Espejos», deriva de la tradición de grabar eventos históricos importantes en espejos o láminas de vidrio. Desafortunadamente, hoy sólo se han conservado tres espejos.
Su café en la barra sólo cuesta 1€. Ofrecen desayunos curiosos como el francés, el italiano, el hawaiano, el maldiviano y todo por 12€. A parte de las múltiples propuestas de repostería que son para morirse, fui varias veces porque no quería que mi experiencia terminara:
– Antico Caffè San Marco: ubicado fuera del centro histórico pero a 15 minutos a pie; de hecho, en Trieste, nada está realmente lejos. Su interior cuenta con elegantes muebles, mármol y estucos creados bajo la supervisión del famoso artista Napoleone Cozzi, y está bellamente decorado con pinturas de Vito Timmel. El café siempre ha sido popular entre artistas e intelectuales (Timmel, Flumiani, Voghera, Tomizza, Mattioni, Magris), y durante la Gran Guerra fue el lugar donde se falsificaron pasaportes para permitir que los patriotas antiaustríacos huyeran a Italia. Por ese motivo, el 23 de mayo de 1915 fue destruido por el ejército austrohúngaro. Permaneció cerrado hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuando fue tomado y renovado por Assicurazioni Generali.
Inaugurado el 3 de enero de 1914, el café lleva el nombre de su primer propietario, Marco Lovrinovich, un comerciante de vinos. También es una de las pocas cafeterías que se ha mantenido fiel a su tradición como café literario. De hecho, desde 2013 con los nuevos propietarios, el café alberga la librería San Marco. También organizan conciertos, exposiciones y otros eventos culturales que se llevan a cabo regularmente, convirtiendo el café en un centro cultural tal como solía ser a principios de la década de 1900.
Desde que hace diez años llegaron los nuevos jóvenes propietarios, también sirven almuerzos y cenas muy populares. Yo añado que su tarta Sacher está realmente deliciosa.
– Caffè Tommaseo: precioso café, el más antiguo de todos, desde 1825, tomó su nombre de su propietario padovano Tommaso Marcato, pero más tarde pasó a llamarse Tommaseo, en honor al lingüista, escritor y patriota dálmata.
Situado en la plaza del mismo nombre, siempre ha sido un punto de encuentro para reuniones de negocios y de política. En el interior vemos hermosos espejos de Bélgica, techos decorados y sillas de madera en estilo Thonet. El café fue restaurado en 1997 manteniendo el sofisticado estilo neoclásico original.
Los escritores y poetas Pier Antonio Quarantotti Gambini, James Joyce, Umberto Saba, Italo Svevo y Giani Stuparich eran habituales.
Es el lugar perfecto para un almuerzo o cena, y lógicamente también para una pausa café o disfrutar de su deliciosa repostería.
– Caffè Pirona: en el centro encontraréis una enorme y moderna. El Caffè Pasticceria Pironi del año 1900, está en el barrio Barriera Vecchia, a 15 minutos del centro histórico.
Es un pequeño café sin mesas y que es sólo para tomar algo en la barra o comprar y marchar. Los clientes pueden disfrutar de postres tradicionales como el presnitz, pastel putizza, Rigó Jansci, galletas de almendras, así como de tartas y pasteles austrohúngaros herederos de la época.
– Pasticceria La Bomboniera: es una típica pastelería austrohúngara que data de 1836, de estilo Art Nouveau, permaneció intacta durante más de un siglo y donde el tiempo parece haberse detenido. Es pequeña y no dispone de espacio para sentarse dentro, sólo en la terraza.
Se puede disfrutar de postres típicos de Trieste basados en la tradición austrohúngara: tartas y pasteles Pischinger, Sacher y el pastel potica… todo horneado en el horno de leña original. La especialidad de todos los tiempos de La Bomboniera es el Rigó Jansci, un pastel en cuya base se inspiró el pastelero vienés Demel creó la tarta Sacher agregando capas de mermelada.
– Caffè Stella Polare: fundado en 1867, junto a la iglesia ortodoxa serbia San Spiridione junto al Gran Canal, ha sido siempre frecuentado por comerciantes, ciudadanos e intelectuales locales. Originalmente la cafetería se extendía hasta la Iglesia San Spiridione y también era mucho más profunda.
A principios de 1904, el antiguo edificio de tres pisos fue derribado para dar paso a la actual cafetería, mientras que el Caffè Stella Polare se trasladó provisionalmente a un pabellón de madera, ubicado frente a la Iglesia de Sant’Antonio Nuovo.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación angloamericana, el café se transformó en un salón de baile frecuentado por mujeres locales y soldados estadounidenses destacados en Trieste. La cafetería ha sido completamente renovada. Sólo los espejos y los arcos con decoración de estuco tallado son originales.
– Caffè Urbanis: Iniciado como una pastelería en 1832, es ahora uno de los bares favoritos frecuentados por los jóvenes triestinos por la noche. El interior ha sido elegantemente renovado, dejando, sin embargo, alguna pista en cuanto al diseño original y la atmósfera. Vale la pena entrar y ver el pavimento de mosaico original que contiene varias representaciones, el mar, la bora -típico viento de la ciudad- y símbolos mitológicos. El año de fundación todavía es visible en las ventanas y en el mosaico.
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