Visitar el Baix Empordà, Sant Feliu de Guíxols, Calonge, Palamós, etc, con la excusa de disfrutar del maravilloso Alàbriga Hotel & Home Suites que ofrece indiscutiblemente las mejores vistas de la playa de Sant Pol en S’Agaró, me llevó a visitar dos de las bodegas más representativas de la zona.
Una elabora el llamado vino de campo – vi de pagès –, es decir el que no se enmarca en ninguna Denominación de Origen y que se prepara según el método tradicional de hacer vino, dejando hacer a la naturaleza, con una fermentación totalmente espontánea y con las levaduras autóctonas que llegan del campo. Y otra bodega con su Denominación de Origen Empordà.
Mas Molla
Es la historia y la tradición en una botella de vino, se sigue elaborando como se hacía en sus orígenes. Mas Molla existe desde 1338 y quien compra una botella de un vino de campo – vi de pagès – tiene entre manos un vino natural, sin filtrar, sin clarificar y sin sulfitos añadidos, por lo tanto es un vino totalmente vivo y cada una de las botas centenarias es una sorpresa porque es irrepetible y diferente al resto.
El hecho del famoso slow food o kilómetro 0 es una realidad histórica en esta zona, todos los habitantes van a las masías a proveerse de productos frescos y vino, como antes, cuando no se compraba en mercados. Ahora se busca la eficiencia y no el respeto por la tierra y sus ciclos.
Nos recibió su enóloga Montse Molla quien, con su entusiasmo y conocimiento, nos transmitió toda la pasión por la verdad del campo y por los productos de la tierra. En Mas Molla venden fruta de temporada y vino de campo, se compra acudiendo hasta su finca o en el mercado, no venden online. La finca cuenta con 14 hectáreas de viñas, 4 de frutas y 2 de bosque. 3 generaciones viven en la misma casa, como era de rigor.
Nos contó que en la zona de Calonge se sigue con la visión de esa agricultura medieval, cuando se plantaban olivos en el margen y árboles frutales al lado de la vid. La poli-cultura de la agricultura que deviene un mosaico histórico pervive sólo en algunas masías como en Mas Molla. Esta mezcla de aceite, cereales, fruta y vino es la esencia de la dieta mediterránea.
Las plantaciones no siguen un orden concreto, se mezclan los olivos con árboles frutales y las viñas. Todas sus viñas son variedades locales y minoritarias plantadas allí mínimo hace 4 generaciones. Ahora mismo están investigándolas genéticamente con un convenio con la Cátedra de Gastronomía, Cultura y Turismo de la Universitat de Girona y la Universitat Rovira i Virgili. También se puede encontrar un estudio previo con la universidad de la Rioja en este link.
Este componente de vino natural hace que sea ideal para el día a día, un vino sencillo ya sea blanco, rosado o tinto. En función de la barrica cada uno es irrepetible, será más suave o fuerte, pero irrepetible. Precisamente esa es la gracia, que nunca sea igual.
La visita, acompañada de todas las explicaciones, es un paseo por sus viñas y por la bodega centenaria. También incluye una cata de sus vinos. Tienen una producción aproximada de unas 50.000 botellas al año.
Por cierto sus vinos no llevan etiqueta porque cada bota saca diferentes matices y mezclas, además al no estar bajo el marco de una DO no es obligatorio. Los precios van entre los 2€ y los 8€.Está ubicada cerca del centro de Calonge, muy accesible. Mejor pedir cita.
Bodega Brugarol
A veces la arquitectura es la excusa perfecta para visitar una bodega. En este caso siguiendo la senda de RCR Arquitectes, estudio de arquitectura premio Pritzker en 2017, llegué a la Finca Bell Lloc en Palamós.
Se sitúa al final de un angosto y tortuoso camino de arena, en un entorno muy bucólico, en el corazón del Baix Empordà y apartado del mundanal ruido.
La Finca cuenta con una preciosa ermita, una casa principal donde encontramos un hotelito con 9 habitaciones, dos casas vacacionales para alquilar y la Bodega Brugarol que fue el objetivo de mi visita.
Disponen de 10 hectáreas de viñas y una producción pequeña de 18.000 botellas, que en su mayoría maduran en 17 cubas de acero inoxidable. Sólo se vende en la finca, en otras de sus propiedades o en sus propios restaurantes en Barcelona.
La Bodega Brugarol fue construida en 2008, es un espacio enterrado bajo las viñas donde también hay una zona por donde «respiran» los lucernarios disimulados que iluminan teatralmente las bodegas.
No es una bodega al uso, es un recorrido prácticamente a oscuras que permite notar todas las sensaciones de olor, luz y texturas que nos vamos encontrando en ese camino ondulante. Todas sus paredes son inclinadas lo que transforma la percepción que se tiene de sus dimensiones.
Los materiales utilizados son el acero -reciclado de un carguero ruso rescatado de las aguas de Bangladesh – y las piedras, con lo que se consigue un mundo subterráneo, fresco, aislado y muy diferente.
Todo el espacio no cuenta con iluminación normal, sino con la tímida luz de los lucernarios y unos pequeños leds que se van iluminando marcando el camino a medida que vamos avanzando. Tampoco cuentan con calefacción ni aire acondicionado, la temperatura es constante a unos 15 grados.
El pequeño recorrido culmina en dos salas, la Sala Zen y el Auditorio.
Las botellas de las bodegas también fueron diseñadas por RCR Arquitectes, no llevan etiquetas, la información se encuentra en la corona que es un cuello metálico que rodea la parte superior de la botella y que quitamos cuando la abrimos.
Terminamos la visita con una cata de sus aceites y vinos acompañados de su propio queso y embutidos.
La visita cuesta 15€ y la cata 15€, juntas se venden a 26€ y se tiene que reservar con antelación.
Una gran opción para cuando os alojéis en Alàbriga Hotel & Home Suites.