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Viena es una de mis ciudades favoritas en Europa. Sus palacios, su historia y su atmósfera elegante me tiene enamorada, y aparte de todos los museos, paseos y atracciones turísticas infinitas que ofrece la ciudad, os propongo un recorrido por sus cafés históricos ya que desde 2011 los cafés vieneses son patrimonio inmaterial de la humanidad por su aportación a la construcción de la identidad cultural de Viena. Además de poder sumergirse en la famosa repostería austriaca donde podréis probar sus famosos Apfelstrudel o Sachertorte, y muchísimas más propuestas que os endulzarán vuestra estancia.Os propongo, pues una ruta por mis cafés preferidos, para que podáis degustar los espectaculares pasteles, el café vienés y muchos más platos. Sucumbiréis a la tentación, y ¡tenéis que permitíroslo!
Están ordenados por mi preferencia, totalmente subjetivo y no es un ranking:
Café Central: sin duda el más famoso, e incluso se forman colas para entrar. No os defraudará. Es una institución en Viena desde 1876. Toda su arquitectura, empezando por el Palais Ferstel donde está ubicado, os gustará. Sus arcos y sus columnas jónicas. Sigmund Freud y Adolf Loos pasaban tardes allí.
Y no sólo de dulces vive el hombre, allí también podéis probar su Schnitzel y el Tafelspitz.Cafe Landtmann: Elegante y acogedor, data de 1873, por lo que es uno de los cafés más antiguos de Viena, y se encuentra en un edificio histórico catalogado.
Está ubicado junto al Burgtheather, y personajes como Marlene Dietrich o Gustav Mahler pasaron y comieron en Café Landtmann. Para mi, es el más elegante de todos, ya veréis que dentro todo él tiene un punto más sofisticado.
Curiosamente tienen una filial en Tokio.Café Frauenhuber: diría que es el café menos turístico de todos a pesar de estar en una calle perpendicular de la popular y concurridísima Kärntnerstrasse.
Fundado en 1824 por Alois Hänisch, se encontraba en el antiguo mercado de la carne hasta que cambió a la actual ubicación.Fue totalmente reformado en el año 2000. A mi me gusta mucho.
El edificio donde está ubicado ahora es del año 1746, y a pocos metros podemos encontrar la casa donde murió Mozart el 5 de Diciembre de 1791. Encontraréis -si la buscáis- una placa en el exterior.Café Prückel: os encantará también por su arquitectura. El interior que data de la década de 1950 fue diseñado por el ingenioso arquitecto Oswald Haerdtl, quien era asiduo al Prückel. Abrió sus puertas en 1903 y se sometió a una extensa renovación en la década de 1950, pero no ha cambiado mucho desde entonces, con sus sillones verde oliva, escritorios de bambú y una gran lámpara de araña. Su historia no se refleja en su arquitectura porque lo han modernizado bastante.Café Museum: abrió sus puertas en 1899. Decorado por el afamado arquitecto Adolf Loos, pronto se convirtió en punto de encuentro de artistas y escritores. Es otro de mis favoritos.Los precios de los pasteles, son de los más altos de la ciudad: a partir de 5,70€.
Café Schwarzenberg: ubicado en la Ringstraße, es de aspecto tradicional. Y encontraréis pocos turistas.Abrió en 1861, la cafetería todavía cuenta con interiores típicos de la época de entreguerras, incluyendo mesas originales, revestimiento de mármol y techo pintado.
Pasteles a partir de 4,70 euros.Café Diglas: encontraréis cuatro cafés Diglas, y mi preferido es el más antiguo, en la Wollzeile. Abrió sus puertas en 1923, pero su establecimiento original data de 1875.
Es otro establecimiento precioso.Fundado por Hans Diglas, quien dio la bienvenida al emperador Francisco José I como su primer invitado. El café que lleva su apellido se ha transmitido de generación en generación.Café Alt Wien: situado a un tiro de piedra de la catedral de San Esteban, abrió sus puertas en 1922 y fue comprado por Leopold Hawelka, el propietario original de Hawelka, una década después.Sus paredes están plagadas de carteles históricos, y es poco luminoso, mucha madera y muebles antiguos.Café Hawelka: para mi, es el café más auténtico, no se ha tocado un ápice de su decoración desde su apertura en 1939. cuando Leopold Hawelka se encargó del existente Café Karl -que había abierto en 1913-.
Todo de madera y muy oscuro, sus paredes rezuman historia.Dentro no encontraréis mostrador con propuestas de pasteles, sino una pizarra con las propuestas del día.
Estaba siempre lleno de intelectuales.
Tuestan su propio café, y comprar un paquete, es una muy buena idea para los auténticos amantes del café.Tomáos vuestro tiempo y deteneros cada vez que podáis para disfrutar de uno de estos históricos cafés.
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