Los Taromenane son un grupo humano indígena no contactado que viven en el Parque Nacional Yasuní, ubicado en la cuenca amazónica ecuatoriana. Juntos a los Tagaeri conforman los dos últimos grupos conocidos de grupos indígenas que viven en aislamiento voluntario en la selva ecuatoriana. Se estima que existen unos 150 a 300 Taromenanes y unos 20 a 30 Tagaeris, que aún mantienen el nomandismo en las pluviselvas, practicando su cultura ancestral. Me fascina pensar que estuve tan cerca de este grupo.
Yo he ido hasta el la selva amazónica de Ecuador pero no para conocer a estos dos grupos indígenas que rehúyen todo contacto, sino para conocer a otra comunidad que está haciendo muchísimo para preservar el medio donde viven y para promocionar el ecoturismo dentro de Yasuní. La Comunidad Añangu.
A los inicios de los 90′s la comunidad visionó la construcción de su propio lodge y así proveerse a sí mismo de una actividad que proteja sus tierras. Con gran esfuerzo ellos establecieron refugios y una gran casa con cocina y comedor, sin embargo las construcciones permanecieron incompletas por algunos años ya que ellos no tenían dinero para terminarlo y así establecer su propia infraestructura, que lo lleve a ser un hotel de primera clase en la selva. Finalmente en el año 2000 después de establecer algunos contactos, el proyecto fue capaz de avanzar y posicionar a la Comunidad y su turismo natural como los pioneros en ese ámbito.
Se profesionalizaron: adoptaron sus derechos constitucionales, planteó al Ministro de Medio Ambiente les declare zona protegida y aprobaron el proyecto firmando un acuerdo renovable de su territorio como parte de la Reserva de la Biosfera Yasuní. Gracias a la iniciativa de la Comunidad Añangu, su mano de obra se apoya en la asistencia técnica, financiada con donaciones y en asociación de organizaciones ecuatorianas gubernamentales y algunas independientes.
Este proyecto de ecoturismo incluye la conservación de aproximadamente más de 21.400 hectáreas la mayoría dentro del área mejor preservada dentro del Parque Nacional Yasuní, declarado por la UNESCO, como reserva de la biosfera por su bosque húmedo tropical de Ecuador. Todo esto a mi me parece alucinante, la voluntad de conservación del entorno, del aprovechamiento y del financiarse mostrando al mundo lo que hacen.
Por ejemplo, aquí las propuestas de sostenibilidad de los Añangu:
– Proyecto biogestor: que permitirá aprovechar los residuos orgánicos provenientes de la cocina del Napo Cultural Center, Napo Wildlife Center y comedor comunitario para la obtención de biogás, que será utilizado para abastecer a las cocinas del Napo Cultural Center y del comedor comunitario.
– Proyecto paneles solares: permiten capturar la energía solar y almacenarla mediante un sistema de baterías para, posteriormente, distribuirla a las distintas actividades realizadas dentro del Napo Cultural Center, como educación, salud y turismo, principalmente.
– Proyecto gestión de deshechos: aka “Centro de reciclaje”, que consta de un centro de acopio y clasificación de los desechos con el uso de contenedores separadores de materiales de desecho, como cartón, vidrio, plástico y desechos médicos
Mi experiencia empezó en el aeropuerto de Quito, antes de volar a El Coca. Allí me asistió alguien de Napo y marcaron mi equipaje para que lo gestionaran a mi llegada y yo no me preocupara de nada.
Desde El Coca, tomo una barca de Napo durante dos agradables horas, observando cómo viven las comunidades la vía en el río, o viendo pasar barcazas de las no lejanas explotaciones petroleras.
Llego y me dirigo al centro de la comunidad, al comedor del lodge donde me recibieron con una bebida fresca. Recordad que estamos en la selva y hace mucha humedad.
Mi cabaña número 5: tenía una gran cama con dosel y mosquitera, una amplia ducha e incluso una litera doble -perfectamente pensado para cuando visitan famílias.
En este link podéis ver mis fotos de Napo Cultural Center
En este link podéis ver mi vídeo de mi cabaña 5
Las cabañas son de arquitectura tradicional quichua, son un total de 16, doce como la mía y cuatro más pequeñas:
La comida tiene lugar en el comedor principal y consta siempre de una sopa caliente vegetal, y un plato fuerte muy completo, más un postre. Absolutamente todo lo que comí me pareció delicioso. Comida básica, sin estridencias, deliciosa y cocinada con cariño.
Y alguna sorpresa de postres, en formato dulce:
Y los desayunos son un pequeño buffet:
El comedor y la cocina están juntos, al abierto, y se ve cómo cocinan y la pulcritud que profesan los empleados:
Los hombres son los encargados de todo lo que tiene que ver con el turismo, con el servicio, cocina, servir, limpiar, guías, etc.
Las mujeres o mamakunas -palabra quichua que significa Matronas, señoras nobles de la antigüedad incaica- como las llaman en la comunidad, son las encargadas de cuidar a los niños, de la cocina y de la limpieza. También son las encargadas de preparar la popular chicha.
En el centro cultural Kuri Muyu, que significa semilla de oro, reciben a los visitantes que tengan interés en aprender más sobre la danza y la música kichwa.
Me recibieron con un baile y unos cantos de bienvenida tradicionales:
Utilizan el caparazón de una tortuga como instrumento tradicional:
En la zona de cocina, pude ver cómo preparan la chicha hecha a base de yuca fermentada. Decir que requiere un tiempo acostumbrarse a su sabor…
Me enseñaron su cocina, qué comen. Entre las curiosidades, destacar, que uno de sus manjares favoritos es el gusano mayón, regordete y lo comen sea crudo, sea cocinado
o plátano:
Allí también tienen la gran tienda donde venden toda la artesanía que hacen:
Fue una experiencia genial ver cómo se organizan, cómo transmiten los valores de la tradición a sus hijos, cómo adaptan la modernidad y las necesidades de salud a su comunidad.
También disponen de una Directiva de Mujeres, la que lleva adelante procesos de formación para mejorar la calidad de sus artesanías, crear y fortificar sus habilidades artesanales, y emprender proyectos productivos que les permita formar parte de la actividad económica de la comunidad.
Las actividades de Napo Cultural Center, se centran en compartir tiempo con la Comunidad Añangu, y en la naturaleza.
Las excursiones se realizan siempre acompañado de un guía experto en fauna y flora de la zona. Proporcionan botas de agua -todos los turistas llegamos equipados con zapatos de trekking, pero como hay muchísimo lodo, en Napo disponen de estas botas, que son más aconsejables-.
Os comparto mis aventuras:
– Subir a una de las torres de observación por encima de las copas de los árboles y observar la naturaleza, la grandiosidad de la misma. Algo único. A unos 50 metros del suelo sobre ceibos, construyeron unas estructuras de metal para poder subir.
Mi guía, Lucas buscaba animales con sus prismáticos, y luego una vez encontrados, los observábamos con con el telescopio:
y encontraba miles de pájaros, o monos, que a simple vista no se ven como este bonito tucán.
– Caminata nocturna por la selva: es de noche cuando salen a cazar la mayoría de insectos y animales. Íbamos proveídos con buenas linternas y las botas que he mencionado anteriormente, porque caminar por la jungla cuando había llovido los días anteriores, es un pastifal:
– Saladero de loros y de periquitos. Estas aves llegan al saladero, a consumir los minerales de la tierra para mejorar la digestión de los alimentos (frutos y semillas) y convierten a su hábito alimenticio en uno de los sucesos más hermosos que se pueden observar. Cada día consumen pedazos enteros de arcilla (típico suelo de un bosque húmedo amazónico) y así completan su dieta a manera de un antiácido y digestivo natural exquisito. Generaciones de diferentes especies de aves han mantenido vigente esta costumbre y generando un asombroso espectáculo de fusión entre vegetales, aves y la tierra de la Amazonía ecuatoriana.
Y tienen una hora exacta para hacer esto, a diario.
Primero fui a ver los loros que se observan desde la canoa.
Y un par de horas más tarde, a los periquitos. Se tiene que recorrer un camino hasta un lugar habilitado para la observación, y permanecer en silencio hasta que empieza el espectáculo. En este link podéis ver mi vídeo del evento:
– Caminata por la selva: escuchando en todo momento las sabias palabras de mi guía Lucas quien me explicaba cada planta, cada árbol y cada animal que se oía y podíamos ver:
como esta palmera, cuyo tronco se utiliza como rallador natural:
– Navegar en silencio por el río y observar la naturaleza: