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Llevaba muchísimo tiempo queriendo disfrutar de Azulik, es un hotel único y lo es en el sentido más literal de la palabra: lo defino como un slow-hotel, totalmente ecológico, integrado en la jungla y el océano, como si siempre hubiese estado allí. Alojarse en él es una experiencia surrealista, auténtica y que nos recuerda que la belleza existe en la naturaleza y en el sentir la historia local.
Basado en los cuatro elementos que dan origen a la vida –agua, fuego, aire (Azulik significa viento azul), y tierra– el hotel se inspira en un templo maya en el que el alma y el cuerpo se encuentren para vivir una experiencia a ritmo lento. El concepto es disfrutar de nuestra estancia sin luz eléctrica, sin televisión, sin teléfono ni wifi en las habitaciones, se nos anima a los huéspedes a conectar con la naturaleza, centrándonos en nosotros y volver a sentirnos personas. Además como la playa donde está está limitada por ambos lados con acantilados, la convierte prácticamente en una playa privada, le añadimos que es un lugar sólo para adultos, lo convierte en el sitio perfecto para desconectar o para escapadas en pareja.
Para ver mis fotos de Azulik Tulum linkar aquí
Para ver mi vídeo de mi villa 40 en Azulik Tulum linkar aquí
En este link podéis ver mi vídeo de Maya Spa en Azulik Tulum
Podéis ver en este link mi vídeo de Ikal, the Beauty Sanctuary en Azulik Tulum
En este link podéis leer sobre mis visitas imprescindibles en Tulum
En este link podéis leer mis sugerencias de restaurantes y diseñadores en Tulum
Podéis buscar #GraupixTulum y #GraupixAzulik en todas mis redes sociales para ver y leer más detalles de mi viaje.
Cuando se llega a Azulik nos encontramos con una recepción toda de madera –todo el hotel es de madera-. Fui recibida por el entonces director del hotel, el granadino Javier Martínez, quien me explicó todo el concepto y me preparó para la experiencia que me esperaba.
Con mi ángel –chicas guapísimas que hacen las veces de mayordomo, conserje y que están para ayudar en todo- traspasé la puerta circular de madera, que nos adentra a la gran red de puentes y pasadizos tejidos con madera por encima los árboles de la jungla y que nos conducen a las diferentes áreas. Nos dirigimos a mi habitación:
Mi primera parada fue el spa donde recibí una bendición maya para purificar mis alma. Primer impacto con la cultura Maya
Azulik está compuesto por 48 cabañas que se integran con el entorno de la jungla verde esmeralda. Mi suite, la 40 es preciosa, repleta de espejos y ventanas con vistas en lugar de paredes, rematada con techo de guano -similar a la paja, pero con una resistencia bastante mayor-, y una enorme mosquitera protegiendo mi cama.
Dispone de una bañera dentro la suite y otra externa, con un cama-columpio para poder disfrutar de las vistas al mar.
La habitación está repleta de velas (suplen la carencia de lámparas) que cuando las encienden, es el lugar más bonito del mundo, íntimo, romántico y único. Como todo el hotel.

Y absolutamente todo es de madera, como los dos coquetos armarios:
Todas las habitaciones disponen de columpios o camas-columpios, otro elemento que convierte Azulik en un hotel diferente.
Los elementos tecnológicos que uno espera en un hotel hoy en día, no los encontraremos en Azulik, pero sí encontraremos una desconexión más allá de los que podamos creer. Al menos, así me pasó a mi. ¿Qué no hay en las habitaciones?

  • Wifi –pero tranquilos, si necesitáis conexión, en las zonas comunes, sí hay wifi-
  • Electricidad –sí hay dos enchufes lejos de la cama para cargar vuestros aparatos electrónicos-
  • Aire acondicionado – sí hay un ventilador potente encima de la cama-
  • Teléfono -si necesitamos algo, se avisa por whatsapp a los ángeles-. Y si queréis pedir algo para comer del in room dining hay un método muy curioso y simpático: con unas pequeñas bolas de madera agujereadas por el centro, se escribe a mano una nota y se echa por un tubo en el exterior de la habitación y llega al restaurante Cenote.
  • No hay paraguas –según el concepto, la lluvia nos ayuda a reconectar con el territorio-
  • No hay nevera -pero si hay muchas botellas de agua en la habitación para poder hidratarnos-. Os tomaréis las aguas sin ser frías
  • No hay ducha, en cambio tenemos dos bañeras, una dentro de la habitación y otra exterior (las honeymoon suites tienen incluso cuatro bañeras) para que nos sentemos a disfrutar del tiempo del baño. Por cierto, el agua proviene del cenote, es algo salada. Siguiendo la el concepto de Azulik, el momento bañera es el de detenerse y disfrutar de la contemplación y el relax
  • No hay mesillas de noche para que los huéspedes eviten dejar ahí sus móviles y se rompa el concepto de desconexión total



Hablando de relax, el spa es otro lugar muy especial. Está compuesto por ocho salas de tratamientos en el medio de la jungla, tenemos que caminar por unas piedras y agua hasta llegar a las coquetas salas.
La filosofía del spa pone el énfasis en los rituales ancestrales mayas. Quieren que nos sumerjamos y nos envolvamos de la experiencia maya.

Si podéis, no dejéis de probar algún tratamiento en la zona del acantilado, algo realmente único.

También hay un temazcal, sauna prehispánica maya que no probé, pero que sin duda es una de las mejores actividades del hotel para conocer más la cultura maya.

El spa cuenta incluso con una barbería y nails bar nuevo, el Ikal, the Beauty Sanctuary, un lugar mágico, también todo de madera, que os encantará.

Y la clase matutina de yoga tiene lugar en el Dome, un sitio mágico donde se comparte la energía positiva con las comunidades locales y que os impresionará.

La gastronomía estaba liderada por el chef Jorge Ildefonso, quien en el restaurante principal Kin-Toh presenta su cocina de vanguardia que combina métodos e ingredientes locales de la cocina nativa Maya con elementos internacionales y mucha imaginación.

Y os digo una cosa, aunque no os alojéis en Azulik, tenéis que ir a Kin-Toh pues no sólo es una experiencia gastronómica espectacular, sinó un must-see para amantes de la arquitectura: toda su estructura de madera está sostenida enteramente sobre las copas de los árboles, y todo él es abierto:

La imaginación es la característica principal de la arquitectura de Kin-Toh, cuando se sube las escaleras hacia el bar, ya vemos las mesas redondas y las redes colgantes donde la gente se tumba para hacerse fotos para Instagram.

Y allí además, encontramos ocho nidos, es decir, mesas encima de la corona de los árboles de la jungla, que son unos de los más exclusivos del mundo. Estar literalmente por encima la jungla ¡Es espectacular!

Igualmente genial es el puente colgante de madera que cruza por encima de los árboles de la jungla para llegar al restaurante japonés Tseen-Ja. Allí encontraremos una propuesta con la mezcla perfecta de lo mejor de Japón con toques mexicanos.

Desde hace poco, el restaurante japonés está dirigido por el reputado chef Hiroshi Kawahito: presenta técnicas tradicionales japonesas con ingredientes mexicanos para perfeccionar más sus sabores.
Tseen-Ja está lleno de rincones donde sentarse, ya sea en el suelo, sillas o los originales nidos. Esta arquitectura casi onírica no os dejará indiferentes.

Cenote es el restaurante donde se desayuna, y su nombre se debe a que es el restaurante más cercano al cenote del hotel. El concepto es Farm-to-Table y conseguir llevar productos locales y ofrecerlos en el desayuno. Es a la carta, y todo es delicioso. Desde las pastas dulces riquísimas, a las tortillas o clásicos mexicanos, e incluso tienen Nutella para mi.

El hotel cuenta con tres sorpresas añadidas que seguirán asombrándoos:
Zak-Ik: significa viento blanco y al adentrarnos en esta boutique tan especial, tenemos que quitarnos los zapatos como símbolo de despojarnos de todo. Para su construcción han utilizado técnicas mayas con un estilo futurista: maderas y cemento. Zak-Ik quiere ser un museo de aires futuristas con la sensación de calidad y creatividad, unidos con elementos naturales y la creación artística del hombre.
Allí encontramos diseñadores como Nicholas K., Rianna + Nina, Kasia, y artistas como Colectivo 1050º,

Ik-Lab: una galería de arte muy especial, es el último espacio construído de Azulik, y su espacio en sí ya es una verdadera atracción arquitectónica, pocos lugares tan sorprendentes habréis visto en el mundo, y está llamado a ser referencia mundial: está inspirada, como todos los edificios del eco-resort, en el entorno natural y en el rico patrimonio espiritual del lugar.
La galería tiene 4 metros de altura y los visitantes pasan a través de sus puertas de vidrio y madera para entrar en otra dimensión. Son bienvenidos en un espacio que inspira calor y protección, un organismo natural con el que están invitados a interactuar, por ejemplo, caminando descalzo. Fabuloso.

Ik Raum: un espacio espectacular casi escondido en Azulik y que es la tienda de gafas más sorprendente donde habréis entrado, donde tienen en exclusiva la marca de lentes germana Kuboraum. Es otra joya arquitectónica del hotel.

Azulik está a 120kms del aeropuerto de Cancún, y yo llegué con Aeroméxico desde Ciudad de México. Hay 15 vuelos al día por lo que las opciones son varias para llegar a la hora que más nos convenga; y los aviones son: Boeing 787-800 – 160 pasajeros, 16 de ellos en Clase Premier, Boeing 787-700 – 124
pasajeros, 12 de ellos en Clase Premier y Embraer 190 – 99 pasajeros, 11 de ellos en Clase Premier