En realidad no importa dónde cocines, sino cómo cocinas y con qué productos, esto es, sin duda, lo que debió pensar Romain Fornell cuando decidió hace algo más de un año hacer las maletas y trasladar su Caelis de mi querido El Palace Barcelona -donde estuvo 13 años- al Ohla Barcelona, tan sólo unos metros de distancia, pero un contexto totalmente diferente: pasó de un entorno clásico palaciego, a un entorno sofisticado y moderno. He tenido la oportunidad de disfrutar del Caelis en su nueva ubicación y quiero compartir toda mi extraordinaria experiencia.
Primero quiero comentar el background de Romain Fornell: francés de Toulouse pero barcelonés de corazón –lleva más de 20 años viviendo aquí-, empezó su carrera en el mítico La Maison du Languedoc, luego regresó a Francia para seguir formándose con Michel Sarran y Alain Ducasse. En el año 2000 abrió su en Chaldette (en la Lozère) y consiguió su primera estrella en el año 2001, siendo el cocinero más joven francés -con 24 años- en obtenerla. Vino definitivamente a Barcelona en 2002 y empezó a diseñar lo que es ahora su perfil profesional: dirigir un grupo de once restaurantes y varias asesorías. Inició su andadura actual en el antiguo Diana que posteriormente devino Caelis en El Palace consiguiendo su estrella Michelin en 2005.
Comparto mi experiencia durante mi reciente visita al actual Caelis, reinventado en el hotel Ohla Barcelona: ofrece una cocina más contemporánea y de acento catalán con raíz eminentemente francesa. Ha cambiado, más centrado en el producto y sin tanta floritura, gustos más definidos y claros en boca, menos salsas, y un emplatado rozando la perfección: arte en el plato.
Decoración del restaurante sofisticada sin quitar protagonismo a la comida, es discreta y elegante, pero sin duda, la gastronomía es lo que importa.
Una gran barra para catorce personas rodea la cocina a la vista, es la nueva mesa del chef
Mi menú degustación fue excelente, sin sobrepasarse, un ritmo perfecto, pausas cortas entre plato y plato. Se ofrecen tres menús (uno de ellos vegetariano) -87€, 90€ o 132€ según sea menú tierra mar, vegetariano o celebration-. Y los mediodías, de miércoles a sábado, proponen un menú por 39€ que cambia cada semana.
Empecé con los Amuse Bouche: aceituna verde con anchoa, tartaleta de yema curada y caviar (o en mi caso trufa) y pan soufflé tartar calamar y miso,
Todo acompañado con panes hechos en casa, con mantequilla de tomate, aceituna negra y estragón (el pan de croissant es memorable)
El festival gastronómico siguió con el delicioso bocadillo de sardinas, y un inolvidable ñoqui de calabaza violín con hielo de trufa en maceración carbónica -una caldo con elementos sorprendentes-
Casi lloro con el caviar de guisantes lágrima, coliflor y plancton
Seguí con un carpaccio de alcachofas, velo al estragón y beurre blanc
Huevo de Xavier Frauca en su nido con trufa y sabayón, espectacular.
La perfecta y sutil lubina con beurre blanc, salvia y mini verduritas:
Para cerrar los platos calientes del menú degustación: Buey en costra de sarmiento de viñas del Priorat, chalota y patata crujiente y el risotto de celeri y trufa
A pesar de haber comido (sí hasta casi limpiar el plato) cuatro mini entrantes y cinco platos, no me sentí llena en exceso, todo estaba mesurado para poder comer un poquito más: un «pre-postre» (que en realidad es un postre) de frutos rojos y lichées. Buenísimo, ligero y fresco
Y el postre «lemon pie«: que es un mousse de limón caramelizado, sinceramente me encantó.
En la bodega de Caelis hay más de 300 referencias, y yo probé dos vinos: el sorprendente vino valenciano Parotet Vermell y un txacolí Doniende Handia
Para los valientes: cerrar el menú degustación con la cata de quesos afinados -todos de orígen catalán- y disfrutar con los chocolates de los petit fours
Un servicio joven, ágil, simpático y atento combinado con una cocina de técnica elaborada respetando al máximo las virtudes del producto, y muchas sorpresas gustativas. Muy recomendable, salí encantada.
Podéis ver mis fotos de mi experiencia en Caelis en este link