La temporada alta en las Dolomitas es el invierno, es un destino espectacular para esquiar. El verano ofrece una experiencia muy diferente: donde las montañas son un lugar perfecto para caminatas increíbles, y donde los remontadores se convierten en el medio más fácil para llegar a la cima y empezar nuestro itinerario elegido. La región de Trentino-Alto Adige con frontera con Austria y Suiza tiene una de las topografías más remarcables de Italia. El corazón de Alta Badía fue mi destino, también conocido como Tirol del Sur. En el verano los colores son toda la paleta de verdes imaginables, y en invierno está todo cubierto por una gruesa capa de nieve vírgen.
Planifiqué mi viaje en verano, aterrizando en el coqueto aeropuerto de Venecia, y el equipo de Ciasa Salares, me recogió con el último modelo de Audi y nos dirigimos hasta lo alto de la montaña en unas dos horas. La otra opción es disfrutar de un recorrido en helicóptero de una hora hasta San Cassiano.
San Cassiano es el centro de la región, donde se encuentran todas las tiendas, hoteles y museos, y desde donde empiezan todas las caminatas. La opción cultural es visitar el Museo Ladin y conocer el oso prehistórico Ursus Ladinicus. Las montañas alrededor son especialmente interesantes desde una perspectiva geológica e histórica: en el Lagazuoi (2.800m), se pueden ver reliquias de la trágica historia durante la primera guerra mundial.
Gracias al Hotel Ciasa Salares, aprendí mucho sobre la zona, especialmente sobre los ladinos: una minoría étnica de orígenes retorománicos, que mantienen su propio idioma, identidad y cultura. Hablan comúnmente ladino, y a pesar de hablar perfectamente italiano, no se entiende prácticamente nada. Realmente interesante para quien busque algo más allá que una visita turística.
El hotel es propiedad de la familia Wieser desde los años 60, ofrece una hospitalidad y confortabilidad, que hacen que te sientas incluso mejor que en casa. De estilo alpino y está ubicado en un lugar idílico: rodeado de verdes pastos y del parque natural Fanes-Senes-Braies, Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2009. También a un tiro de piedra de San Cassiano, y tan sólo a dos minutos caminando de los remontadores desde donde se empieza la jornada de esquí.
En este link podéis ver mis fotos del Hotel Ciasa Salares
En este link podéis ver mi vídeo de mi suite en Hotel Ciasa Salares
En este link podéis ver mi vídeo del Spa en Hotel Ciasa Salares
En este link podéis ver mis fotos de mi experiencia en Las Dolomitas
Las 50 habitaciones del Ciasa Salares, están decoradas con simplicidad utilizando madera de pino aroll, abeto y alerce y unos baños sin estridencias. Todo con transmite una sensación de pureza y tranquilidad y demuestra el aprovechamiento flexible del espacio y la sensación de confort.
Sus vistas son el primer factor “wow”: levantarse y respirar aire puro de montañas y disfrutar del momento en el balcón.
La oferta de restaurantes en Ciasa Salares, es por sí misma una excusa perfecta para organizar un viaje hasta las Dolomitas. La gastronomía es una parte importante de la estancia, desde los desayunos, comidas y cenas, todo marca nuestra estancia:
– Para una cena especial, La Siriola con sus dos estrellas Michelin es perfecta para tener una ocasión memorable, dirigida por el Chef Matteo Metullio (el chef más joven con estrella Michelin en Italia).
Y los inolvidables spaguetis con 11 tipos de tomate diferentes:
También se organizan semanalmente experiencias foodies exclusivas en la cabaña familiar a 2.000 metros.
– Para algo más informal, el Wine Bar dirigido por el especialista en cocktails Simonpaolo Carraro, tiene un menú extenso y delicioso donde las pastas y los platos de carne son protagonistas.
– En La Terrazza, del Chef Nicola Zanetti es la opción de comida en cualquier momento, y elegid sentaros en la gran terraza exterior para disfrutar de las espectaculares vistas. Mi sugerencia: pedid aceite de oliva (para poder mojar los diferentes panes hechos en casa) y os servirán seis botellas procedentes de molinos ecológicos de varias regiones italianas.
El café también es probablemente uno de los mejores que hayáis probado jamás: Stefan Wieser elige personalmente un café de gran calidad y con la mezcla y torrefacción exacta para obtener los mejores sabores.
– No dejéis de probar la cata de vinos y quesos que se ofrece en la Cantina Siriola, más de 16.000 botellas elegidas personalmente por el propietario Stefan Wieser. Es la elección perfecta para un día de invierno, y yo me llevé una sorpresa gastronómica increíble, terminé mi fondue de queso con un huevo y trufa negra mezclada. Algo realmente único.
– Mi parte favorita del hotel es su Nodla-Chocolate Room, una pequeña habitación conteniendo chocolates deliciosos, de todo el mundo y obviamente sus propias creaciones.
La perdición para locos por el chocolate como yo!
En el comedor del restaurante siempre hay una mesa reservada para la familia, rodeada de fotografías históricas de la familia. Tres generaciones de hoteleros son el alma de Ciasa Salares: la abuela Emma, sigue al pie del cañón diariamente en el hotel y es la responsable de las clases de cocina (desde hacer sus famosas mermeladas, a pastas). La propiedad está dirigida por Stefan y Wilma con la ayuda de Jan Clemens, quien también fue mi guía por las montañas e incluso me llevó a buscar ciamalta (una especie de espinacas local) para nuestra cena.
Si habéis tenido un día duro caminando muchos kilómetros o esquiando, o simplemente por puro placer, mi sugerencia es disfrutar de las instalaciones del Spa Vibes con sus saunas, piscina, jacuzzi y cabina de infrarrojos.
Los productos que utilizan para los tratamientos son naturales: Vitalis del Alto Adige y Mary Cohr perfecta para faciales y tratamientos corporales. No dejéis de probar la especialidad del Spa: los baños alpinos Vitalis, combinando calor y vapores para revigorizar y detoxificar nuestro cuerpo todo con productos naturales.
Sólo dejáos llevar y relajáos en la piscina con vistas y con la tradición local del wellness.
Toda mi experiencia con Ciasa Salares es espectacular: las Dolomitas con gastronomía única y la posibilidad de descubrir la enorme zona de esquí o caminatas, una de las mejores experiencias en hoteles de las que he estado.