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El comentario en la publicidad de un hotel “le haremos sentir como en casa”, para mi es no es nada alentador. Yo no voy a hoteles para sentirme como en casa, para eso, me quedo en casa. Voy a hoteles para vivir sensaciones diferentes, aventuras nuevas y también por qué no, para disfrutar de una decoración que seguro que no sería la que pondría en mi casa.
Me gustan todo tipo de hoteles: minimalistas, barrocos y recargados, elegantes, sofisticados, antiguos, etc. Importante que me transmita un estado de confortabilidad los días que me alojo en él y algo de fantasía: vivir historias diferentes en cada hotel.
Entre mis diseñadores de hoteles preferidos se encuentran el americano Bill Bensley, el francés Jacques García, los canadienses Yabu & Pushelberg y el hongkonés André Fu. Siguiendo algunos de los proyectos más nuevos (y geográficamente más cercanos), he decidido viajar a una ciudad que no conocía, Burdeos, y experimentar el Intercontinental Bordeaux Le Grand Hotel.
Hace pocos meses disfruté de una magnífica experiencia en Marsella de la mano de Intercontinental Marseille Hôtel Dieu y he querido hacer un viaje similar: Burdeos es conocidísimo por sus vinos y también muy popular por su belleza como ciudad pequeña y agradable. Además, con la inauguración de La Cité du Vin, el nuevo museo experiencial sobre la cultura del vino, la coloca definitivamente en el mapa de los jetsetters de todo el mundo
Así pues, organicé cuatro días en Burdeos para conocer la ciudad y disfrutar de Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel.
Desde Barcelona volé 50’ (Easyjet y Vueling llegan a diario Burdeos).
Me recoge la limusina del hotel (¡fijáos en la casualidad de la combinación de mis maletas Delsey en color burdeos a juego con el nombre de la ciudad!)

En menos de 30’ llego al Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel. Ubicado en el triángulo de oro y enfrente el Grand Théatre –la ópera de Burdeos y el corazón de la ciudad la historia está presente en todo el hotel: Fue erigido como hotel en 1789 por Victor Louis y clasificado como monumento histórico por primera vez en 1904. Su fachada neoclásica y sus columnatas de estilo corintias enlazan dos edificios distintos que unidos forman un conjunto arquitectónico único e indisociable. El hotel es simplemente majestuoso.
La entrada toda de mármol y con muebles antiguos para el conserje y para la recepción que le dan un aire solemne y distinguido.

El lobby se prolonga en una zona de sofás presidida con una antigua bola del mundo, es el sitio perfecto descansar o tomar algo.

En la misma planta de entrada se accede a Le Bar l’Orangerie, ocupando el atrio del edificio, un elegante jardín de invierno donde tomar algo con discreción.

El hotel dispone de 130 habitaciones, de las cuales 44 son suites (y yo pude disfrutar de la 311). De éstas, 21 tienen vistas al Grand-Théâtre –la mía-. De decoración elegante, con los terciopelos y los papeles pintados como protagonistas, así como las rayas y los colores burdeos (como la ciudad), azul turquesa y amarillos, siguiendo un estilo dieciochesco e imperial, todo diseñado por Jacques García –a quien había conocido por The Vagabond en Singapur o en París con La Réserve o Maison Souquet-.

El célebre decorador ha sabido reflejar el espíritu neoclásico del edificio con toques barrocos y detalles tecnológicos actualizados.

Sus salas de reuniones también son majestuosas, dispone de un total de 13 salas dedicadas a recepciones o seminarios que pueden acoger unas 250 personas, ocupando un total de 1000 m2.

Mi parte preferida del hotel, como siempre es el Spa Guerlain situado en la quinta planta y ocupando 1000m2. Spa Guerlain es una zona presidida por una piscina interior evocando los baños termales romanos y adentrándonos en una idea voluptuosa y sensual del spa, tumbonas en todos los rincones, hammam, sauna –con ventana y vistas a los tejados de la ciudad- .
En este link podéis ver mi vídeo del Spa Guerlain
Sólo al llegar a la recepción ya tenemos la impresión de entrar en un mundo romano: lo presiden unas estatuas de Venus y Apolo con un una decoración barroco-chic y mezclada con toques neoclásicos y contemporáneos

Diez salas de tratamientos con murales de artistas de inspiración romana, y donde yo tuve el placer de disfrutar de un masaje ayurvédico espectacular.

La parte superior, La Tisannerie es el lugar para relajarnos después de un masaje con infusiones y algo sano para picar.
La piscina del Spa Guerlain es espectacular, no por su tamaño sino por su diseño: rodeados por grandes columnas rojas con toques dorados y negros, los grandes ventanales con vistas a la ciudad, y además cuenta con un rincón con hidromasaje y otro con un sistema a nado a contra corriente. Toda la pieza viene a ser como el escenario principal de un teatro. Sencillamente fabuloso.
En esa misma planta encontramos el gimnasio –dotado con aparatos de pilates también- y un solárium.
La terraza del hotel La Night Beach es su secreto mejo guardado: Sólo abierta de Abril a Septiembre, estoy segura que es una de las mejores de Burdeos por no decir la mejor.
Linkad aquí para ver mi vídeo de sus espectaculares vistas
La gastronomía es el pilar más importante del Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel y está bajo la dirección de Gordon Ramsey:
– La Brasserie Le Bordeaux frente a la Place de la Comédie. Es parte esencial de la historia de la ciudad desde su inauguración en 1858, entonces conocido como Café de Bordeaux. Personajes como Victor Hugo –quien pronunció aquí su famoso discurso sobre Europa- o Toulouse-Lautrec –quien hizo el croquis de su famoso cuadro “Tête de garçon”. Hoy su decoración es de estilo Belle Époque y transformado por Jacques García en un elegante restaurante donde degustar platos típicos bordeleses y una bodega de más de 30.000 botellas.
El respeto a los productos locales y una carta que ofrece especialidades del suroeste con inspiración británica, incluyendo el plato bandera de Gordon Ramsay que es el Fish & Chips. Cené deliciosamente!
Le Pressoir d’Argent de Gordon Ramsay dirigido por el chef israelí Gilad Peled, es uno de los motivos principales por los que tenemos que visitar Burdeos: disfrutar de los platos de sus dos estrellas Michelin. Ubicado en la primera planta del hotel, toma el nombre de la prensa en plata maciza –una de las cinco existentes en el mundo- con el que hacen su plato estrella: la langosta en su jugo.

El 95% de los productos utilizados son de la región y provenientes de agricultura biológica. Todo delicioso (literalmente no dejé nada en ninguno de los platos), buen tempo en el servicio, 6 platos pero sin quedar extra llena, ejecución sublime, servicio atento sin ser pesado.

Panes deliciosos (mi preferido el de cerveza local). En este link podéis ver mis fotos de mi experiencia en Le Pressoir d’Argent.

El desayuno es mi momento del día preferido, y en Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel saben cómo hacerme feliz: desde dimsums a todo tipo de quesos, panes franceses comme il faut y una oferta espectacular de dulces (Nutella incluida a petición mía), desde los famosos canelés bordeleses a los kouign ammann bretones ¡Todo delicioso!

Todos los empleados fueron encantadores conmigo y conté con la ayuda del conserje Julien Manuello, quien me ayudó en todas mis dudas y en organizar mis visitas. Sin duda Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel es y será mi hotel en la ciudad.
Para ver mis fotos de Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel linkar aquí
Para ver mi vídeo de Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel linkar aquí
Para ver mi vídeo de Spa Guoerlain en Intercontinental Bordeaux-Le Grand Hotel linkar aquí
Podéis consultar la etiqueta #GraupixBordeaux para ver todos mis comentarios y fotografías en mis redes sociales

La visita al hotel es la excusa perfecta para explorar Burdeos, que figura en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, desde el 2007 y que yo no conocía.
Siempre que llego a una ciudad nueva, lo primero que hago es comprar el Burdeos City Pass para tener acceso a museos, monumentos, transporte público y mucho más. Mi tarjeta de tres días cuesta 46€ (24 horas cuesta 29€ y 48horas cuesta 39€)
A continuación tomo el bus turístico, el Bordeaux Authentic Tour para hacerme una idea de lo que me espera. En una hora se hace todo el recorrido, y no hay opción de bajar, no hop on-hop off, es un recorrido por las partes más relevantes de la ciudad. El pase de un día cuesta 12,50€. En temporada baja (de Octubre a Abril hay menos autobuses, mejor informáos con detalle en la Oficina de Turismo)
Linkad aquí para consultar la página web oficial de Turismo de Burdeos

Mis imprescindibles en Burdeos:
La Cité du vin es el nuevo símbolo de la ciudad: arquitectónicamente el edificio representa un decantador de vino, y se divisa a lo lejos del río Garona, sin romper el paisaje.
Es una infraestructura cultural que ofrecer una visión del vino a través del mundo, las épocas y diferentes culturas y civilizaciones. Más de 20 espacios temáticos para recorrer, y una excelente puesta en escena inmersiva y sensorial.

No os perdáis la visita a la parte superior, el Belvedere (para una cata de vino incluída en en el precio de la entrada) ni el mirador exterior.
Calculad un mínimo de dos horas para verlo, pero si queréis, podéis estar varias horas. Organizan seminarios y exposiciones. Mi sugerencia es que consultéis su web antes de visitarla. La entrada cuesta 20€.

Museo de Aquitania es un recorrido por una colección de arte de la Prehistoria y la Antigüedad y al mundo moderno, siempre basado en Burdeos y su región.
Todas las informaciones están en francés, inglés y castellano. La entrada cuesta 5€

Museo de Bellas Artes: compuesto por dos edificios neoclásicos unidos por un bonito jardín. Pinturas y esculturas del siglo XV hasta principios del siglo XX: Rubens, Tiziano, Delacroix, incluyendo el movimiento impresionista de Corot a Seurat y artistas locales. Todas las informaciones están en francés, inglés y castellano. La entrada cuesta 5€

Museo de las Artes Decorativas y del Diseño: Instalado en una casa señorial, el Hôtel de Lalande, construida en 1779 para un noble bordelés. La mansión se redecoró según los gustos del siglo XVIII para ofrecer un testimonio vivo de cómo era el estilo de vida de una clase social privilegiada durante la Revolución Francesa. Todas las informaciones están en francés, inglés y castellano. La entrada cuesta 5€

– Subir los 233 escalones de la Torre Pey Berland, el campanario de la Catedral de San Andrés -curiosamente no está en el mismo edificio, sino a unos metros-. Vistas espectaculares desde la terraza situada a 50 metros del suelo del barrio de Saint Pierre, corazón histórico de la ciudad, con sus antiguas y pintorescas callejuelas. La entrada cuesta 6€. Yo hice 30′ de cola.

Darwin Caserne de Niel: es una antigua caserna reconvertida en lugar de coworking, cooperativa cultural, tiendas hípsters y restaurantes saludables. Además de un lugar de eventos y de incubadora de empresas. Yo fui allí paseando desde La Cité du Vin, y después tomé un autobús para regresar al centro.

– Navegar por la Garona y así disfrutar del maravilloso paisaje de los muelles de Burdeos desde un barco. Dos opciones: crucero privado con Burdigala o tomar el transporte público fluvial que hace varias paradas. Yo lo tomé en Quinconces. Controlad el horario.