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En mi segunda experiencia en la isla de Gran Canaria me propusieron una actividad de nombre un tanto curioso: «Baños en el bosque«. Pregunté sobre los detalles y me respondieron que se trataba de caminar descalzo por el bosque y «abrazar árboles». Soy poco dada a actividades místicas y de poco retorno físico, pero como hace pocos meses empecé con la práctica de yoga y pilates, quise dar una oportunidad a este paseo por la naturaleza y hacerlo con mente abierta y con ganas.

La primera vez que oí el concepto de abrazar un árbol, fue en un artículo aparecido el 14 de Julio del 2014 en El País sobre los beneficios de realizar dicho abrazo con diferentes tipos de árboles en Japón. El término que designa esta actividad es Shinrin –Yoku. Y como todo lo bueno que empieza en Japón, acaba llegando a España, también me ha llegado a mi.
Pregunté a amigos periodistas sobre qué es Baño en el Bosque: parece ser que son los japoneses los que se iniciaron en esto de pasear con plena consciencia –mindfulness– por la naturaleza y en abrazar árboles, en sentirlos. Encontré un artículo en La Vanguardia dónde explicaba que son muchas las culturas milenarias que consideran el árbol como parte central de la vida en la Tierra. Todos venimos de la tierra y forma parte de la evolución humana, de nuestros ancestros que vivían en plena comunión con la naturaleza. Seguí leyendo que el taoísmo considera a los árboles como pieza fundamental de la vida, e incluso se les llega a otorgar poderes sanadores (leer este otro artículo sobre qué árboles están recomendados para qué enfermedades a pesar que no hay nada científicamente demostrado, creer es gratis).

La propuesta exacta fue un paseo por el bosque, una terapia con la naturaleza. Esta actividad tiene una duración mínima de una hora y media y puede llegar a durar 3 horas. Todo ha sido diseñado por Juanate Gil, una emprendedora reciclada en maestra de la naturaleza y de los productos autóctonos y de km cero. En su tienda de Artenara, vende todos esos productos deliciosos. 
Y de allí parten sus rutas de senderismo.

Sin duda caminar en el bosque, en un día de cielo azul y en silencio, intentando utilizar los cinco sentidos para aprender y sentir, es relajante. Ya sólo por las vistas y por el aire puro, vale la pena.

Mi experiencia comenzó con un paseo en constante silencio sólo interrumpido por las instrucciones de la guía, de Juanate. Un sol radiante de febrero en Gran Canaria teñía de luz el camino. Detenerme y mirar al cielo con los ojos cerrados, disfrutar del momento y escuchar el sonido del viento peinando la vegetación. Mindfulness de este momento, el ahora y el aquí. Seguir la voz de Juanate. Sentir la respiración, inhalar y exhalar.

Descalzarme, caminar y sentir el suelo del bosque. Oler la tierra que pisamos. Lavarme la cara y los pies con dicha tierra.

Sentarme apoyada en un árbol. Abrazar ese árbol. Emocionarme con la naturaleza, admirarla e intentar sentirme parte de ella. Dar las gracias por las oportunidades y por poder estar tan cerca de ella. Compartir los momentos con amigas.

Observar la naturaleza sin prisa y seguir respirando 

Al terminar la actividad me sentí hiper relajada y sonriendo. Sorprendentemente muy recomendable.

Para ver mis fotos de mi experiencia en Gran Canaria linkar aquí
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