Es una inmensa suerte y un privilegio infinito poder disfrutar de algunos de los considerados como mejores hoteles del mundo, en su mayoría de precios prohibitivos para el turista de a pie, pero que sí pueden servir como sugerencia de una terraza única donde tomarse un buen vino, o un restaurante que no nos podamos perder y sea asequible. Y sí, hay un público para estos hoteles de ensueño, gente con mucho dinero. Y yo soy de las pocas privilegiadas que puedo disfrutarlo y luego compartirlo con mis lectores. Hay otro tipo de lujo, el lujo de los pequeños detalles, del servicio personalizado, del engagement del propietario de un establecimiento acompañándote a un rincón de un pueblo, contarte en primera persona su historia. Este es otro tipo de lujo, un paso cultural que es privilegio de otro tipo de turistas, que buscan llegar al fondo de un destino, conocer los por qués, los cuandos y a sus protagonistas. Hace unos días tuve la suerte de conocer a Marta Domènech, la propietaria de Hotel Hostal Sport.
El desayuno es sinceramente espectacular, con sus pasteles y magdalenas recién hechas, embutidos locales, zumo de naranja recién exprimido y como guinda, su Nutella. Los amenities es un punto mejorable pero me consta que están buscando una marca adecuada para tan emblemático establecimiento. Por cierto, no perderse los masajes en la habitación con productos de vino DOQ Priorat y avellana. Lo más de lo más. El Hostal Sport representa ese otro tipo de lujo, el más real y cercano al viajero : es un cuatro estrellas muy correcto, muchos espacios comunes encantadores donde relajarse leyendo enfrente la chimenea, o beber un buen vino en el enorme jardín, pero sus visitantes son de un nivel cultural más alto que los que buscan puro divertimento y no ahonda más que en la primera página del Turismo. El hotel y Marta, son junto a algunas bodegas y restaurantes de la zona, los mayores promotores del turismo de la zona. De hecho, yo les conocía a través de su Twitter, porque ellos, así, despacito, sigilosamente han sabido hacerse un nombre y atraer visitantes de todo el mundo. Igual que los excelentes vinos de la cooperativa local, Falset-Marçà, que con su Twitter, organizando concursos online y actividades con influencers, han sabido promover excelentemente el turismo de la zona. Son el ejemplo de como hacerse un lugar en el turismo enogastronómico.
Otra muy buena opción para dormir en el Priorat es Cal Porrerà en Porrera, yo no he dormido allí pero buenos amigos sí y me viene muy recomendado. Así mismo el restaurante de la Cooperativa de Porrera también es digno de ser disfrutado, más cocina local, slowfood y xupxup. Qué hacer en el Priorat: El Priorat es una zona que yo diría de slowtravelling, donde se tiene que conducir (con cuidado con sus muchas curvas) y disfrutar del paisaje de viñedos empinados, indómitos roquedos, barrancos, riachuelos y pueblecitos muy reales y sin florituras. Rutas por bodegas, por sus pueblecitos y pararse donde el corazón dicte. Paseos entre viñedos, paseos teatralizados, rutas en bicicleta… Otra actividad magnífica en el Priorat es conocer el proceso de elaboración y las características de su aceite extraordinario en los distintos molinos que se pueden visitar y donde se pueden hacer catas. del mejor aceite de oliva virgen extra. Visitar el museo de las Minas de Bellmunt del Priorat, otra actividad diferente y muy adecuada con niños. Visitar Gratallops, Porrera (no perderse una comida en el restaurante de la cooperativa, muy auténtico también) Scala Dei (de obligada visita la bodega Scala Dei, se tiene que pedir cita y vale mucho la pena, incluida la cata) y su Cartuja, espectaculares.