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Después de haber disfrutado de dos de los mejores hoteles de la ciudad, seguí paseando, y seguí por el centro de la ciudad. Gentes con tímidas sonrisas me saludaban al cruzar. Dudaba si me sonreían o se reían de que iba con paraguas aunque el sol arreciase con toda su fuerza. lo único que quería era proteger mi piel blanca blanquísima.
Gentes amables, simpáticas, tranquilas que me dejaban pasear, no me perseguían ni me agobiaban como en otros países suele ocurrir. Luang Prabang invitar a perderse por las callejuelas, adentrarse en un templo o escuela cuando se oyen unos cantos budistas (o lo que se le parezca) y podamos compartir unos instantes que a mi me parecieron mágicos con chicos estudiantes. Todos vestidos igualitos de color naranja-ocre, todos sin prácticamente cabello pues se lo rasuran prácticamente a diario. Esto es Luang Prabang.
Sentarse en un café, pedirse una taza de café laosiano y degustarlo mientras va pasando la gente. Turistas sí hay, pero menos.

Otra de mis debilidades y que en Luang Prabang nos podemos hacer por unos pocos euros (kips en este caso), la manicura, la pedicura o un masaje en un sitio sencillo. A risas terminamos con la chica que me hacía la manicura, no entendía nada de nada en inglés y yo pretendiendo saber cosas de ella y de sus costumbres. No importa, me llevo su mirada y sus ojos chispeantes a casa, y la manicura y pedicura claro.

Las dos últimas noches las pasé en una de las joyas de Orient-Express en Asia, La Résidence Phou Vao: fue el primer alojamiento de lujo en Luang Prabang, referencia de la alta hotelería en Laos. Abierto en 1.998 como The Friendship hotel con 64 habitaciones fue el hotel del gobierno, sólo para altos miembros del gobierno laosiano y poder descansar en Luang Prabang. En el año 2.006 fue reabierto y totalmente reformado por Orient Express, con tan sólo 34 habitaciones. Su renombrado spa ha ganado el premio Condé Nast como mejor spa de Asia en el año 2.012 y el hotel ganó en 2.008 el premio al mejor hotel de Asia. En su Mekong Spa ofrecen 8 cabinas con ducha y una zona relax con otra piscina y vistas espectaculares. Me encantó.
La Résidence Phou Vao está situada a 15 minutos a pie del centro de la ciudad, tiene 3,2 hectáreas de jardines incluyendo dos pequeños estanques llenos de nenúfares. 134 empleados se ocupan de que los huéspedes tengan una estancia perfecta. Sus habitaciones son muy amplias, todas ellas con bañera y una terraza con chaise longues y café y té para poder disfrutar al completo.
Desayuno buffet con Nutella incluido. Podemos reservar en él a partir de 250 dólares. Lujo asequible.

Su director un atractivo malayo-australiano había estado trabajando para Orient-Express en Australia. Un placer compartir con él sus vivencias. Se aprende de todo el mundo, desde al camarero hasta al director del hotel. Un placer poder obtener un poco de su visión del mundo.
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De Luang Prabang volé con Bangkok Airways, mi aerolínea boutique de lowcost preferida (sí, en este caso no es oximorón) a Chiang Mai donde me encerré para llevar a cabo un detox profundo de  7 días en The Spa Resort, un hotel a 50kms del centro, perdido en la montaña: meditación, yoga, zumos y caldos. Y yo le añadí dos masajes diarios, un masaje tailandés a las 12 y un masaje con aceite de jazmí a las 6 de la tarde. Renací. Lo recomiendo encarecidamente a todo el mundo. Tenemos que ser conscientes de nuestro cuerpo porque es el único que tenemos.
*Octubre 2020: Este hotel ya no es de The Spa Resorts
Sí, a mi vuelta a la realidad echo de menos esa tranquilidad que da saberte en un lugar realmente tranquilo, lo reitero porque es así, pasear, tomarse algo, gente sonriente a cambio de bocinas de coches, prisas y humores cambiantes.