Chiang Mai, es según he leído, la segunda ciudad más poblada de Tailandia. A mi, me dio la impresión de estar en un pueblo y no de estar en una metrópoli asiática. Me encantan las metrópolis asiáticas sobrepobladas con sus variedades: pobreza, mercadillos, templos y centros comerciales de lujo. Chiang Mai me pareció una agradable ciudad. Ideal de pasear, con un centro histórico amurallado, un canal que recorre el cuadrilátero perfecto que conforma la ciudad antigua. Más allá Chiang Mai ha crecido desproporcionadamente y con muchos templos esparcidos.
La llegada al hotel Dhara Dhevi es sencillamente espectacular, es la entrada a otro mundo, a un mundo de edificios todos ellos artesanalmente construidos, a modo de antigua villa lana nortailandesa. Madera trabajada y esculpida combinada con dorados brillantes y cemento blanco inmaculado. Un viaje visual por la cultura arquitedctónica de la región Lanna y sus influencias de Birmania y Laos.
Rodeado de arrozales, jardines frondosos y surcos de agua que hicieron de mi estancia una marco incomparable (y demasiado corto).
El coche eléctrico me condució hasta la villa 15, una casa espectacular con dos plantas, con vistas a los arrozales y con todo el espacio necesario para estar más que cómoda: una terraza exterior con jacuzzi y vistas para relajarme, una gran salón, con su kitchenette y hasta una sauna de vapor. En la planta superior, una habitación con cama con dosel y mosquitera que recordaba vagamente otros tiempos, un amplísimo baño suite con vestidor, bañera circular interior y ducha exterior. Para ver mi vídeo linkar aquí.
Otra terraza con techo para disfrutar de las noches estrelladas de Chiang Mai. Sencillamente fantástica.
Cinco edificios coloniales conforman las habitaciones Standard. Sinceramente, son tan grandes como cualquier suite de hotel urbano, tienen su living, su gran baño y techos altísimos. Incluso las suites del edificio colonial son de dos plantas con ascensor interno Todo un lujo.
El desayuno variado y abundante, pude probar una mermelada deliciosa de chocolate negro y banana, otro apunte para mi memoria gastronómica y que por suerte pude comprar en su Oriental Shop.
Y una muestra más del afamado servicio: el primer día pregunté en el restaurante del desayuno, el Akaligo, si tenían Nutella y no tenían, una lástima. El segundo día a mi llegada vinieron a ofrecerme enseguida la Nutella y una sincera sonrisa. Todo un detalle! Akaligo está abierto todo el día para comidas informarles.
El Hotel cuenta con 108 habitaciones repartidas en 60 hectáreas de verde terreno, por lo que ofrece además más propuestas gastronómicas y muy variadas: Farang Ses es el aclamado restaurante francés del hotel y el más reconocido de la región. Yo no fui porque en Tailandia como tailandés. El restaurante chino Fujian que tampoco probé por el mismo motivo. Y finalmente Le Grand Lanna es el restaurante tailandés que ofrece a diario durante la cena entre ocho y nueve, danzas tailandesas con graciles y preciosas bailarinas ataviadas con trajes típicos. Toda perfección, maquillaje, combinación de colores, peinado. La comida y servicio muy bien.
Muchos de los vegetales y especias que se comen en los restaurantes son recogidos en el jardín de vegetales orgánico del hotel.
El arroz de los arrozales se reparte entre la comunidad local.
El Horn Bar es un bar donde tomarse una copa, decorado con colores oscuros y rojizos predominando el ambiente, las cientos de bustos/máscaras antiguos que cuelgan de las paredes forman parte de una colección única procedente de Birmania. El lugar perfecto para empezar la noche y la fiesta gastronómica.
Son hoteles para disfrutar cada uno de sus rincones, cada paseo y cada oferta que tienen para entretener al huésped más exigente.
No sólo es entretener, en este caso, ofrecen clases de doblar hojas de palma para convertirlas en formas singulares como animales o flores. El arte de pintar papel es otro de los que se enseña en el pueblo de la artesanía dentro del mismo hotel.
Otra de las actividades es el deporte, desde utilizar las instalaciones del gimnasio perfectamente equipado, a participar en las sesiones matinales de yoga, a tomar clases de Muay Thai Boxing, el boxeo tailandés donde la utilización de codos y piernas está permitido. Todo un ejercicio que no me parecía al principio demasiado inspirador y que me encantó.
Tranquilamente se podría estar en el Dhara Dhevi durante una semana y no encontrar ni un minuto de aburrimiento.
Tema aparte es su spa. Dheva Spa está situado en el edificio de torres lanas antiguas, y cada unas de sus dieciocho suites de tratamientos son inmensas. Sencillamente único. Ofrecen más de cien tratamientos diferentes, no tienen un folleto con las propuestas, sino que tienen un libro con los masajes y tratamientos que proponen.
Todo ello en dieciocho suites y además cuentan con toda una parte dedicada sólo a tratamientos ayurvédicos.
Es único por diseño y por concepto. Los amantes de los mejores spas del mundo tienen que pasar por aquí.
He estado en cientos de hoteles de cinco estrellas y algunos de ellos considerados de super lujo. Dhara Dhevi forma parte de aquellos en los que además me acompañarán a diario en mis memorias de los momentos únicos. Sus impresionantes edificios y sus servicios perfectos le llevan al top de mis hoteles preferidos del mundo.
Para ver mis fotos de Dhara Dhevi linkar aquí
Para ver mi vídeo de mi suite en Dhara Dhevi linkar aquí.