En este caso el post tendría que pertenecer al apartado hoteles o incluso spas pues ABAC, es por un lado un maravilloso y fabuloso hotel con un spa como a mi me gusta disfrutar. Es seguramente el hotel más exclusivo de Barcelona: Con tan sólo 15 habitaciones equipadas con la tecnología más moderna Bang & Olufsen, baños con jacuzzi y cromoterapia, duchas de lluvia, amenities de Hermés, colores cálidos y envolventes, camas más que confortables y un servicio exquisito. Pero el ABAC no es sólo conocido como hotel, sinó también por su restaurante que tiene una estrella Michelin y liderado desde Abril 2010 por el joven cocinero Jordi Cruz.
El edificio del ABAC situado al pie del Tibidabo, justo donde termina una de las principales arterias de la ciudad, la calle Balmes con el Paseo Bonanova, cuando Barcelona abre sus pulmones al aire fresco y a las áreas verdes. Abrir la ventana de las habitaciones o tomarse una copa en la magnífica terraza
, es como transportarse y evadirse momentáneamente de la velocidad de la ciudad. ABAC cuenta con dos edificios y un magnífico jardín. El edificio principal en realidad está catalogado de histórico por el Patrimonio de la ciudad y había sido la residencia de Doña Madronita, una intelectual burguesa de finales del s. XIX y famosa por ser la hija del doctor Andreu. Esposada con el norteamericano Max Klein presidente de la Cámara de Comercio y Embajador de Estados Unidos en España, el edificio fue la sede de la Embajada americana durante el período de la República española. Por eso la plaza donde está sito el ABAC se llama Plaza J.F. Kennedy, y el edificio es patrimonio histórico de la ciudad. A este clásico edificio se le une un moderno local, muy amplio en sus interiores y de entorno ajardinado, que destaca al mediodía por su luz natural y para las cenas por la buena iluminación artificial interior y exterior. El “Lounge Bar”, donde la música la luz y el color cambian de forma controlada y abre hasta las 2.30 de la mañana; y la bodega, magníficamente orquestrada por Daniel Esteve con más de 900 referencias.
La cocina es otra área visitable, un amplio espacio entre paredes de piedra negra con un gran ventanal, en el que el acero inoxidable del mobiliario adquiere un gran protagonismo, gracias también a una cuidada iluminación. Su cocina bien merece la pena una visita. El lugar ideal para fomentar la creatividad del chef.
El chef Jordi Cruz quien ya había ganado una estrella Michelin siendo el chef más joven en recibir una en 2004 en l’Estany y posteriormente en l’Angle y en el año 2006 fue ganó la primera edición de Concurso Cocinero del Año, y en la actualidad ejerce de vicepresidente del jurado de dicho evento, define su cocina como básica en productos locales, auténticos y con su imaginación los transforma en la fórmula perfecta entre creatividad y tradición.
El restaurante tiene una capacidad para 56 comensales en dos comedores con grandes ventanales, contacto directo con el jardín y tonalidades blancas y beige. Mesas ovaladas y vajilla de Versace. Impecable servicio en la sala, atento, multilingüe. Sinceramente su trato me hizo sentirme muy próxima a ellos, sus explicaciones claras y su sonrisa atenta y no sobrepasada.
Un equipo de profesionales desarrolla una cocina básicamente creativa y de inmejorable técnica.
El menú que tuve el placer de degustar estaba adaptado a mis preferencias marinas, y vegetales, por lo como ejemplo me gustaría nombrar por encima las maravillas que degusté: el Gin Fizz cuncúrbita, la nitrogenada piruleta de yogurt salado con caviar iraní, las navajas al vapor, jugo de lichis asados, brotes ácidos, el magnífico tartar de ostras dulces y saladas con criofiltrado de manzana verde, eneldo y salicórneas. La espectacular falsa yema de huevo con Parmentier de patata, trufa negra, parmesano y rúcula
, los clásicos y en perfecta cocción guisantes del Maresme con ibérico y percebes con gamba de Palamós, la vieira con alcachofa, apionabo, soja, naranja confitada y Arbequina, la pasta Casarecece con espardeñas, agua de calamares, pimienta, limón, comté y basilico y para finalizar el festival de platitos, un delicioso besugo salvaje con almejas gallegas, eneldo, tomate y guiso de patatas con ceps y piel de naranja. Para finalizar y más ligeros para ayudar, Uva, lichis y sauco como prepostre y anís y moras con crema de piel de limón y crujiente de violeta como postre. Puede parecer una bacanal de comida, pero todo era en su justa medida y proporción adecuada. Perfecto, para después tomar una primera copa o subir a pasear por el Tibidabo y deleitarse con las magníficas y únicas vistas de Barcelona.
Compartir con Jordi Cruz una copa post comida, hace despertar el más apasionado de los sentidos por la gastronomía, por descubrir el más allá de los productos y rebuscar en su esencia para transmitirnos gustos y experiencias.
Para mi el ABAC es un must en la ciudad de Barcelona, una experiencia gastronómica y para locales y foráneos que tengan la suerte de alojarse en este único oásis urbano.