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Me congratulo de escribir este post con retraso, sí, lo he dicho bien: esta vez me congratulo pues lo estoy escribiendo cuando hace un par de semanas el restaurante Dos Cielos ha recibido su primera y merecida estrella Michelin, y por fin me he decidido retomar deberes pendientes.

Una estrella para el Dos Cielos y los dos hermanos Sergio y Javier Torres, que comparten pasión y oficio desde pequeños. Por fin hace un par de años abrieron su restaurante en Barcelona aunque antes ya eran conocidos por su trayectoria en el exitoso restaurante Ñ en Sao Paulo, abierto hace algo más de 4 años en el barrio de Sao Conrado, y por su dilatada experiencia anterior en los mejores fogones.

El Dos Cielos es un restaurante magníficamente ubicado en la planta 24 del modernísimo hotel ME en Barcelona, con un encanto realmente especial: la sala no es muy grande en dimensiones pero es elegante y luminosa y tiene unas magnifícas vistas de la ciudad de Barcelona. La sala está a la última en diseño y desde cualquier rincón se puede observar la acompasada cocción de los platos por parte de los cocineros gracias a una cocina abierta, en la que los cocineros están equipados con micros y auriculares para no molestar a los comensales. Se trata en definitiva de un restaurante perfecto para una comida romántica, para una celebración de empresa o para otro tipo de eventos. Adicionalmente, para rematar la comida o cena en el Dos Cielos podemos seguir en su espectacular terraza con una copa.

A destacar del restaurante la gran variedad de productos y su alta calidad, como tiene que ser en un restaurante de cocina de diseño y altísimo respeto a la pureza de los productos . También en el Dos Cielos cobra una importancia fundamental la presentación de los platos con especial interés en la elección de la vajilla de acorde a lo que debe ser un restaurante de hotel que hace bandera del diseño.

Mi experiencia de una cena con menú degustación y maridaje de vinos no pudo ser más positiva, aunque sinceramente recomiendo concretar tal placer gastronómico mejor para comer que para cenar, al menos mi cuerpo y mi experiencia así me lo indican. Sólo como introducción comentar que ofrecieron cinco tipos de pan diferentes a cual más bueno, todos evidentemente recién horneados y acompañados de una selección exclusiva de aceites de oliva. Por un lado teníamos el pan tradicional y por otro los de zanahoria, albaricoque y papas, el de tomate, queso parmesano y orégano y el de nueces, pasas y cereales.

Como aperitivos probé el tomate relleno de albahaca de suan de potentísimo sabor y el buñuelo de bacalao de esfera perfecta y crujiente sublime.

Ya entrando en primeros platos destacó sobremanera la crema de raíces amazónicas con caviar de segú de claras influencias brasileñas y donde se muestra el gusto de los hermanos Torres por el dominio en el contrapunto de diferentes texturas. También fue interesante la sopa de 40 variedades de verduras, donde cada sabor tenia su pequeño espacio reconocido.

En los segundos me quedo con la delicia de la liebre royale o el ravioli de foie gras, castaña y oliva negra con tomate seco y de claras influencias francesas y mediterráneas. Aunque no menos inolvidables gustativamente fueron el mero negro de profundidad con romero y sal gorda, cebolla y flor de romero, de textura y cocción perfectas así como la espalda de cordero con «menjar blanc«. También a destacar su Bacalao en «Gastrovac» con caldo de jamón ibérico, o el pescado de escamas cocido con sal de hierbas.

Y aquí no se acababa el menú: Los postres como el helado de piel de limón, mermelada gelatinosa, y su selva negra fueron un buen contrapunto al menú degustación.
Y para rematar pude escoger entre seis quesos de una selección escogida de los mejores quesos franceses y españoles y unos dulces de chocolate deliciosos. No apto para golosos en dieta.

Marc Terés, el sumiller, nos guió en los vinos que acompañaban cada uno de los platos teniendo que escoger entre una amplísima carta de más de 300 referencias estando claro pues, que sin Marc, realmente yo no sabría que elegir. Muchas veces el trabajo silencioso de un sumiller no es debidamente reconocido, y en este caso fue de una gran ayuda, y además mientras yo iba tuiteando los vinos y los platos, varios followers me pidieron que saludara a Marc que es todo un personaje en el mundo de los vinos en España.

Definitivamente estoy muy contenta de haber podido disfrutar del Dos Cielos y creo que su historia gastronómica sólo acaba de empezar.