Después de haber pedido mesa con seis meses de antelación, pudimos disfrutar de cuatro horas en el reputado restaurante de Carme Ruscalleda en la localidad del Maresme (Barcelona) de Sant Pol de Mar, el triestrellado Sant Pau. Abierto desde el año 1.988, las primeras impresiones del local son los vivos colores y su proximidad al mar. Seis mesas ubicadas enfrente de un gran ventanal que da al precioso jardín que está a primera línea de mar; y mesas en la parte interior con una decoración más sobria. El color ocre amarillento, azul y marrón predominan en el restaurante de Carme Ruscalleda.
Me sorprendió las sillas de mimbre de la parte de la galería, sobretodo por su poca adecuación a un restaurante de esta categoría, aunque nada que decir de su confortabilidad. En general el ambiente es agradable y muy acogedor, así como elegante y refinado. Máximo 35 comensales.
Al frente de la cocina se encuentra la genial Carme Ruscalleda y su marido, Antoni Balam, dirige la sala. Una sala con un servicio correcto y profesional (aunque me sorprendió que me tuteara el camarero encargado de nuestra mesa). La bodega, dirigida por el atento sumiller Joan Ibáñez, es amplia (700 referencias) y selecta. Los vinos más económicos 36€.
Se puede optar por comer a la carta o el menú gastronómico que fue lo que elegimos: 144€ por cinco mini aperitivos, cinco platos, cinco quesos y dos postres. Nada que decir por el placer gastronómico y aventura del paladar que pudimos disfrutar.
Platos como las Colas de cigala (endibia blanca y rosa, olivas, plátano) deliciosos, la Primavera de invierno (guisantes del Maresme, cebolla, menta, ajo tierno) acertados pero sin secretos, Arroz y trufa de malnosporum (crema de arroz, trufa juliana, micro vegetales, cebolla gelatinizada) correcta, Colas de gamba (las colas al punto a caballo de alcachofas cremosas, juliana, fritas y chips) deliciosas, Bacalao a la Santpolenca (col y patata, salsa cremosa de alioli) suave y en su punto alioli, Carrillera de atún de l’Ametlla de Mar (el pescado al punto, salsa demi glace de atún, ravioli líquido vegetal) inolvidable y sorprendente ravioli!.
Seguido del plato de quesos con cinco clases diferentes y su combinación perfecta de diferentes texturas o gustos que conjugan perfectamente para este refinamiento antes de la traca final. El prepostre consiste en un par de sorbos de una mezcla de infusión y fruta ácida.
Para rematar la fiesta dos postres que son arte para la vista y alegría para el gusto: el Sol (manzana, naranja, fresitas del bosque, perejil) y la Luna (coco, agua del Carme, ganache azul y negra, arena de café). Estos dos postres significan para mi lo que representa Carme Ruscalleda: una cocina con productos locales y placentera. Placer gastronómico, visual y en resumen sensorial.
Para acompañar a los cafés: 10 divertimientos de pastelería. Son como el colofón del ágape: diez dulces, como un divertimiento final y gastronómico (bombon de aceite de oliva vírgen extra, piruleta de chocolate y curry, mini helado de té hijocha, gominola de limón y guzu, etc).
El pan igual que en el Moments no es en excesivo ni original, pero sí es delicioso y adecuado.
La vajilla no sigue una sola línea, algunas piezas son exclusivas, otras son de Andy Warhol, de Versace o incluso clásicas.
La influencia de Japón se nota en algunas piezas de las vajillas, en algunas recetas y en la exquisita decoración del baño. No en vano, desde 2.004 en Tokyo existe una réplica del Sant Pau.
Comentario: el mismo tipo de menú, herencia del Sant Pau, se puede encontrar en el restaurante Moments ubicado en el hotel Mandarin Oriental de Barcelona y dirigido magníficamente por el hijo de Carme Ruscalleda, Raül Balam